No es el único gobierno reticente a aceptar la llegada a su país de refugiados. En Polonia, donde los inmigrantes sólo representan el 1% de la población, han estrenado gobierno esta semana. La política de inmigración centró la campaña pero ni los salientes ni los entrantes se muestran abiertos a la acogida de refugiados. El ministro de exteriores de este país se ha desmarcado con una barbaridad. Su propuesta es que si hay que enviar un ejercito a Siria para luchar contra el Daesh lo mejor es que este ejercito lo integren los propios refugiados. Fue en una entrevista en la televisión polaca. La periodista no salía de su asombro y le replica que entre los refugiados hay muchas mujeres y niños. Lejos de reconsiderar lo que acababa de decir Witold Waszczykowsaki (asi se llama) señalaba que así tendrían una ocupación esos miles de sirios que cuando cruzan la frontera lo primero que preguntan es donde pueden cargar su ipad. En fin barbaridad frente a barbaridad.
A la espera que Donald Tusk, polaco, ponga orden en el Consejo Europeo que preside la Comisión y el Parlamento si que han fijado postura.
Juncker ha llamado "actitudes básicas" las posturas de Hungria y Polonia. El presidente de la Comisión europea les ha pedido seriedad para afrontar este tema. Lo peor es que tanto Orban como Waszczykowsaki consideran que los serios son ellos. Juncker también les ha enviado un mensaje: "No veo motivos para cambiar el enfoque general". Un respiro sus palabras.
También las de Martin Schulz presidente del Parlamento. Los europeos -dijo- tenemos que unirnos más que nunca y no vale confundir inmigrantes con criminales.
Me han aliviado sus palabras. Aunque Europa no deja de asombrarme. Unas veces para bien y otras para mal.
La Marsellesa también se escuchó en el Parlamento Europeo. |
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