A la COP21 llega un documento de trabajo de 51 folios, negociados en los últimos años, que los científicos y políticos tendrán que limar en los próximos 15 días. La experiencia de cumbres anteriores evidencia que a la Cumbre del Clima se llega con el pasaje de vuelta abierto, porque hasta el final de la negociación se están cerrando flecos y la negociación se prolonga más allá del calendario de la propia cumbre. Los flecos siempre son los mismos: el compromiso de reducción de emisiones y la aportación de 100 millones de euros para financiar la adaptación de los países en desarrollo al cambio climático. Parece que estos dos puntos llegan cerrados. La novedad ahora está en el carácter vinculante o no del acuerdo. La Unión Europea considera que sí lo debe ser, porque un acuerdo no vinculante no obliga a nadie. No es el único escollo, los 51 folios que se debatirán en la COP21 proponen también crear una comité científico de evaluación y seguimiento de los compromisos de Paris. Un paso de gigante para que sea la comunidad científica la que fije cambios en el acuerdo si se comprueba que el desastre en la evolución del planeta es más rápido de lo previsto.
Pero de momento es sólo una declaración de intenciones. Esperemos que la foto de clausura de la Cumbre del Clima de Paris reconozca el papel de la comunidad científica. Son los que mayor certeza tienen de que no hay PLANETA B ni PLAN B tal y como nos recordaban este fin de semana las organizaciones ecologistas y medioambientales en las múltiples manifestaciones celebradas en Paris, en toda Europa y en todo el mundo. Que la COP21 reparta ciencia por favor.
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