jueves, 16 de junio de 2016

SILENCIO, SE ESPERA.

Prohibido hacer declaraciones públicas sobre el referéndum británico. Es una instrucción interna en la Comisión Europea convencida de que la situación requiere, cuanto menos, prudencia. Lo puedo entender pero me extraña en una Bruselas que nos tiene acostumbrados a alardear sus diferencias sin pudor y  que presume de que en ese debate público y abierto está la grandeza del proyecto europeo.

Así ha sido hasta ahora. Lo que suceda en una semana cuando se conozca la decisión de los británicos mantiene a las Instituciones Europeas en vilo por lo inédito de la situación. Europa está preparada para crecer y ampliar su número de miembros y no para restar. La salida de Reino Unido del club abre un periodo de incertidumbre. Mas allá del artículo 50 del Tratado de Lisboa que fija un procedimiento de negociación que debe durar dos años, no hay una hoja de ruta a seguir ni para hacer efectiva esa salida ni para aplicar el acuerdo que Cameron y Donald Tusk cerraron  en marzo pasado.

El ambiente está caldeado en Bruselas y en Londres que vivió ayer una batalla fluvial en el Támesis a la que se ha unido hoy una agresión brutal a la diputada laborista, Jo Cox. No sé que más puede pasar en los 7 días que quedan para la celebración  del referéndum aunque de momento hoy se han suspendido todos los actos electorales por lo que me he quedado sin poder comprobar lo que creo era el objetivo de Cameron en Gibraltar, una plaza segura a favor del REMAIN.

Viajar al Peñón en medio de la carrera electoral, a un territorio que ha mostrado su incondicionalidad a seguir dentro de Europa ,solo podía tener desde mi punto de vista una explicación. El mensaje que lanzaría allí Cameron iba dirigido a los euroescepticos y populistas para alertarles del riesgo de pérdida de la soberanía sobre Gibraltar. Ya sabemos que los populistas se alimentan sobre todo de sentimientos y en ellos el miedo es caldo de cultivo. Cameron quería infundir miedo desde el Peñón a los de la isla, el miedo a la perdida de un pedazo de roca estrategicamente colocada en el mapa. Lo mismo que hacen los euroescepticos, jugar con el miedo y atemorizar a los británicos sobre las maldades europeas. Creo que a estas alturas debe haber más británicos deseosos de que se acabe la pelicula que británicos a favor del Remain o Leave, pero su opción no cabe en la pregunta de la convocatoria.

En medio del silencio Bruselas sólo ha filtrado esta semana, intencionadamente, el mensaje de que permanezcamos tranquilos, que ellos tienen la situación bajo control y que el viernes 24 estarán juntitos Juncker, Tusk y Schulz para analizar la situación y que al encuentro se podría sumar también el presidente del Banco Central Europeo.

Ufff. NO me dan miedo pero me preocupan, aunque claro peor sería que no se reunieran. En fin.

Ahí les dejo una foto del cruce de barcos en el Támesis. Se quedaron por el Tamesis londinense, ya saben como dice el refrán "Donde va más hondo el río, hace menos ruido", y ellos unos y otros lo que querían es que se les escuchara. Y mira que esa estampa del Puente de Londres me encanta.