domingo, 26 de marzo de 2017

DESDE ROMA CON MUY BUEN ROLLITO

Soy, ya lo saben, canaria-española y europea-ultraperiférica. Es una realidad y sentimiento. Ayer 25 de marzo me emocionaba seguir la celebración de Roma  tanto como emociona a los futboleros seguir la final de la champion. Me lo paso pipa en estas retransmisiones pero la devoción no es tanta como para no sorprenderme por algunas cositas que aprecié en la ceremonia de ayer.  A estas alturas, igual que yo, ya habrán visto y leído muchas cosas sobre las razones de la celebración del #EU60 y también habrán sacado sus conclusiones. Yo tengo las mías claro, pero también muchas preguntas. Ahí van.

Me pregunto a qué se debía el buen rollito que mostraron los Jefes de Estado mientras firmaban la Declaración de Roma. A qué se debían las sonrisitas  y  las palmaditas en la mano como quien acaba de marcar un gol. No habían pasado 24 horas desde que el Papa Francisco les advirtiera  que "La Unión Europea corre el riesgo de morir." No se equivoca en esto el Papa Francisco, a pesar de la dureza de la afirmación.

Tampoco se equivocan los Jefes de Estado en su diagnóstico de los problemas que tiene Europa, pero sí en sus propuestas. Como van a entusiasmar a las jóvenes que se manifestaban en Roma con esos discursos del siglo pasado. Los que estaban en las calles de Roma conocen la historia de Europa, saben por qué hace 60 años los Padres de Europa dieron el primer paso de la construcción europea, saben lo que ha hecho la Unión Europea en estos sesenta años por la pacificación de la Europa de postguerra, pero ahora quieren saber si la Unión Europea está capacitada para resolver otros problemas y cómo lo van a hacer. Los ciudadanos piden otra Europa y mucho me da que lo que escucharon, a pesar de las sonrisas y el buen rollito mostrado por los que tienen la potestad de cambiar el rumbo, no respondió a sus expectativas.

Por todo esto, a los que firmaron el Documento de Roma les preguntaría qué van a hacer para evitar la Trumpeurización, palabro que le escuché a Carlos Brú hace unos días en una entrevista que le hice para el programa Europa 2017 de TVE.  Carlos Brú es el único miembro del denominado Contubernio de Munich con vida, a sus 90 años goza de una cabeza privilegiada y él que luchó por la democratización de nuestro país  asiste, no sin sorpresa, a lo que sucede en la otra orilla atlántica y en esta. En los discursos de los líderes europeos del 25 de marzo no escuche nada sobre esto.

Tampoco qué plan tienen para integrar a los refugiados de forma rápida y eficaz en Europa, o como piensan sacarnos de la crisis y como van a garantizar la seguridad de los europeos ante la amenaza terrorista. Sí, que ya sabemos que estos temas son parte de la agenda europea pero expliquen como piensan resolverlos. Cuenten con sinceridad quien se resiste a avanzar en Europa y por qué no aplican las sanciones previstas en el Tratado para los países miembros que  incumplen los derechos humanos. También por qué los países Visegrado siguen levantando muros de alambre  más rapidamente que los intentos de la Unión Europea para evitarlo. Por qué los países Visegrado pueden bloquear en el Consejo Europeo políticas de integración. Me pregunto también si puede Europa avanzar a distintas velocidades con la oposición de estos países o si para  llegar a esa opción de una Europa más rápida que otra también se requiere unanimidad.

Lo del buen rollito en la ceremonia de ayer me desconcertó y lo que ví por las calles de Londres me impactó de forma positiva aunque con mucha pena. Miles de británicos pedían parar el Brexit que Theresa May amenaza con activar  el próximo miércoles. En Roma se pedía otra Europa y en Londres seguir en ella. Vi dolor y pena en el rostro de muchas personas que participaron en esta marcha proeuropea en el país más euroesceptico de Europa. Hubo marchas por toda Europa, también me impactó la marcha proeuropea de Polonia, una marcha multitudinaria en un país que la ultraderecha está poniendo patas arriba en cuestión de derechos humanos. Su primera ministra, con flamante chaqueta amarilla, también estaba en Roma firmando la Declaración lo cual invita a toda sospecha. Esperemos que el papel no lo aguante todo.


























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